sábado, 29 de agosto de 2015

EN LOS DÍAS DE ESTOS REYES...



“En la escala de lo cósmico, solo lo fantástico tiene probabilidades de ser verdadero”

Pierre Teilhard de Chardin


Tal como vimos en la zaga anterior de tres artículos sobre la vida y obra de Jesús el Mesías, su regreso a la Tierra es fundamental para concluir la misión redentora que iniciara hace dos mil años atrás por la Humanidad. Por ello, en la Biblia las profecías que marcan la época de su segunda venida son muy numerosas, tanto las anunciadas por los antiguos profetas de Israel como las señaladas por el mismo Jesús y, posteriormente, por sus apóstoles.

Dada la trascendental importancia que ello tiene para todos nosotros más adelante desarrollaré este tema con la debida profundidad. Sin embargo, para cerrar adecuadamente la trilogía anterior referente a Jesús el Mesías, y fijar un marco referencial que me permita encajar en contexto las revelaciones que siguen, por ahora expondré una especial profecía derivada de un sueño que tuvo un rey  poderoso de la Antigüedad. La he seleccionado por su carácter universal e independiente del credo religioso que pueda profesar el lector,… y porque su espectacular cumplimiento puede ser plenamente corroborado por la Historia Oficial.

Antes de comenzar, sin embargo, deseo aclarar que lo que expondré a continuación no tiene una intención proselitista de índole religioso, sino la de informar ampliamente acerca de la realidad vivencial mayor en la que estamos inmersos para que, en conciencia, podamos tomar las decisiones correctas cuando llegue el momento oportuno, y demostrar de paso que también es posible investigar en forma objetiva, y obtener resultados valederos, a través de este asombroso y fascinante patrimonio de la Humanidad: las profecías bíblicas[i].

La que expondré se narra en el Antiguo Testamento, libro de Daniel, Capítulo 2:

EL SUEÑO DEL REY

Resumiéndola, consiste en que Nabucodonosor, rey del imperio neo-babilónico, en el segundo año de su reinado, tuvo un inquietante sueño que lo perturbó mucho, pero que después le fue imposible recordar y ordenó a sus “magos, astrólogos, adivinos y caldeos” del imperio, bajo pena de muerte, que le adivinaran el sueño y su interpretación. Ninguno de ellos pudo hacerlo y se dictó la sentencia de muerte. Pero Daniel, un joven israelita cautivo junto con su pueblo en Babilonia, se presentó ante el rey y le pidió “que le concediera tiempo, que él daría al rey su interpretación”.

Según relata la Biblia, “el secreto le fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo”. Se presentó nuevamente ante el rey y le dijo: “el misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos que revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los últimos días. Estos son tu sueño y las visiones que has tenido en tu cama: Estando tu, rey, en la cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de suceder en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser...

“Tú, rey, veías en tu sueño una gran imagen. Esta imagen era muy grande y su gloria, muy sublime. Estaba en pie delante de ti y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra se desprendió sin que la cortara mano alguna, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Pero la piedra que hirió a la imagen se hizo un gran monte que llenó toda la tierra. Este es el sueño. También la interpretación de él diremos en presencia del rey. ”

LA INTERPRETACIÓN PROFÉTICA

“Tú, rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tus manos, y te ha dado el dominio sobre todo. Tú eres aquella cabeza de oro. Después de ti se levantará otro reino, inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como el hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, así él lo desmenuzará y lo quebrantará todo.

“Lo que viste de los pies y de los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y de hierro, será un reino dividido, pero habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste el hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, este reino será en parte fuerte y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, así se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.

"En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte se desprendió una piedra sin que la cortara mano alguna, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero y fiel su interpretación”.

Demás está decir el asombro y la satisfacción del rey Nabucodonosor, que aparte de otorgar a Daniel “muchos honores y grandes dones”, lo “hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia”, perdonándoles la vida a petición expresa del profeta (Santa Biblia, versión Reina-Valera, revisión 1995. Libro de Daniel, Capítulo 2).

EL CUMPLIMIENTO HISTÓRICO

La Historia nos comprueba el sorprendente cumplimiento de esta profecía: Primero surgió Babilonia, la cabeza de oro, que alcanzó su máximo esplendor con Nabucodonosor[ii], pero que pocos años después cayó vergonzosamente ante los Medo-Persas[iii] (véase Daniel, capítulo 5). Estos, representados por el pecho y los brazos de plata, fueron derrotados a su vez por Alejandro Magno en las batallas de Gránico, Iso y Arbelas, la última de las cuales se libró en el año 331 a.C[iv]. El Imperio Helenístico fundado por Alejandro, simbolizado por el vientre y los muslos de bronce, sucumbió a su vez ante las legiones romanas en el año 168 a.C.[v]
Y este último, el Imperio Romano, el hierro de las piernas de la estatua (DOS piernas: El Imperio Romano de Occidente: ROMA, y el Imperio Romano de Oriente: CONSTANTINOPLA), desapareció a su vez frente al empuje de las tribus germánicas del norte de Europa. En efecto, el Imperio Romano de Occidente sucumbió al embate de las tribus bárbaras (diez tribus, equivalentes a los dedos de los pies de la estatua), quienes una vez asentados en el territorio del Imperio, dieron nacimiento a las actuales naciones de la Europa Occidental: Los alamanes (Alemania), los francos (Francia), los burgundios (Suiza), los anglosajones (Inglaterra), los visigodos (España), los lombardos (Italia), los vándalos (España y norte de Africa), los hérulos (Italia), los ostrogodos (Italia), y los suevos (Portugal). Ellos representan la mezcla de hierro y barro cocido de los pies de la estatua, que intentaría unirse en un solo reino mezclándose por medio de alianzas humanas, pero no lo lograría.

A pesar que el legado de Roma fue inmenso, tanto así que varios fueron los intentos de restauración del Imperio, al menos en su denominación, ninguno llegó jamás a reunificar todos los territorios del Mediterráneo como una vez lograra la Roma de tiempos clásicos.

A través de la historia europea hubo varios intentos, fracasados por supuesto, de reunir los restos dispersos del Imperio Romano. Mencionaremos en forma sucinta algunos de ellos: Justiniano, emperador romano de Oriente, en el siglo VI; Carlomagno en el siglo VII; Carlos V y Felipe II, en el siglo XVI; Luis XIV en los siglos XVII y XVIII; Napoleón en los siglos XVIII y XIX; el káiser Guillermo II y Adolfo Hitler en el siglo XX; los casamientos entre los miembros de las casas reinantes europeas; el intento de creación de la Federación Europea, intento que persiste hasta nuestros días, siendo su expresión más reciente la Unión Europea, con su moneda única de intercambio: el Euro.[vi]

Hasta aquí el cumplimiento del sueño de Nacubodonosor ha sido, indiscutiblemente, exacto.  

Pero la profecía habla además de “la piedra cortada no con mano”, que hiere a la imagen en la parte que representa a la Europa moderna, es decir “...en los días de estos reyes...”, y menciona explícitamente que el reino que se levantará en su reemplazo, el quinto reino universal a partir de Babilonia, no será humano. ¿Es que estamos ya a las puertas de la segunda venida del Mesías en gloria y majestad?... la profecía hasta ahora no se ha equivocado.

CONCLUSIÓN

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”. (2ª Epístola de San Pedro 1:19).

Enoc, quién vivió en la lejana época antes del Diluvio y que se contó entre la séptima generación de los descendientes de Adán, pudo contemplar en visión el gran acontecimiento del regreso del Mesías, y profetizó: “He aquí que viene el Señor, con las huestes innumerables de sus santos ángeles, para ejecutar juicio sobre todos” (Epístola de San Judas, vers.15).

Lo corrobora el profeta Daniel muchos siglos después, también en visión profética: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo. Será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen inscritos en el libro.” (Daniel, 12:1).

Pero antes de este anhelado suceso histórico, trascendental y sublime para la Humanidad, en la Biblia se profetiza también que otros no menos importantes, aunque dolorosos y dramáticos, deberían previamente ocurrir. Los invito a conocerlos siguiendo una vez más al conejo,…ya que ellos serán los temas de mis próximas entradas.

Por




BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:

Daniel Capítulo 2: Enlace al texto bíblico completo que narra el sueño de Nacubodonosor y su interpretación por el profeta Daniel, traducido en lenguaje actual:

VIDEO RECOMENDADO: 

El Sueño de Nacubodonosor, y su interpretación profética por el profeta Daniel:



NOTAS AL FINAL:


[i] El lector podrá apreciar que los textos proféticos de la Biblia se analizan en mis artículos desde una óptica diferente a como lo hacen comúnmente teólogos, investigadores, e incluso historiadores, que ven en ellos mitos, leyendas, alegorías, o simbolismos. Para la interpretación de los libros proféticos he evitado tres de las cuatro corrientes o criterios actualmente utilizados por los estudiosos: la corriente preterista, que afirma que la totalidad de las profecías se cumplieron antes del término de los tres primeros siglos de la era cristiana sin quedar nada para el futuro; la corriente futurista, que enfoca el cumplimiento de ellas exclusivamente para el periodo cercano al segundo advenimiento de Jesucristo; y la corriente filosófico-idealista, que las interpreta como alegorías idealistas que encierran mensajes para el individuo y que no anuncian necesariamente hechos que se vayan a cumplir en el tiempo.
 La corriente de interpretación de las profecías bíblicas que utilizo en mis artículos, y en mi libro “Fenómalos – La Quinta Esencia”, por ser a mi juicio la más equilibrada de todas, es una cuarta, conocida como la corriente histórico-profética, en el sentido de aceptar que las revelaciones que contienen abarcan todo el periodo de la raza humana, desde sus inicios, pasando por las civilizaciones ante y post diluvianas, el pueblo de Israel, y la iglesia cristiana, hasta culminar con el segundo advenimiento del Mesías al fin de los tiempos, entendiendo por lo tanto que hay profecías que se cumplieron en el pasado, que se estarían cumpliendo en el presente y que se cumplirán en el futuro, para cuya interpretación –sobre todo lo referente a los tiempos proféticos involucrados- se utiliza como fundamento autorizado la misma Biblia, ya que según hemos analizado en un artículo anterior, ésta contendría todos los elementos necesarios para interpretarse a sí misma, a la manera de un registro interactivo.

[ii] Babilonia fue un antiguo imperio localizado en la región central-sur de Mesopotamia, con epicentro en la ciudad de Babilonia y que llegó a extenderse por Acad y Sumeria. Su historia se divide en dos etapas principales, separadas entre sí por el período de dominación asiria; el imperio paleo-babilónico o amorrita (1792 a. C.–1595 a. C.) y el imperio neo-babilónico o caldeo (606 a.C.–539 a.C.).
 El imperio neo-babilónico quebró la supremacía Asiria y duró lo que duró el cautiverio Babilónico de Israel: 70 años, siendo su gobernante, Nabucodonosor II, el rey de esta famosa profecía de la Biblia. Su imperio iba desde el rio Nilo en Egipto hasta el rio Éufrates. Al norte llegaba hasta el monte Ararat, al este llegaba hasta Elam, al sur-este llegaba hasta el golfo pérsico, al oeste llegaba hasta Siria, Jerusalén y Palestina.
 Nabucodonosor II (c. 630-562 a. C.) es probablemente el gobernante más conocido de la dinastía caldea de Babilonia. Fue el hijo mayor y sucesor de Nabopolasar, quien liberó Babilonia de la dependencia de Asiria y dejó a Nínive en ruinas. Nabucodonosor es más ampliamente conocido a través de su descripción en la Biblia, especialmente en el Libro de Daniel, que discute varios eventos de su reinado en adición a su conquista de Jerusalén. Es famoso por la conquista de Judá y Jerusalén, y por su monumental actividad constructora en Babilonia. Es tradicionalmente llamado "Nabucodonosor el Grande", pero la destrucción del Templo de Jerusalén y la conquista de Judá le causó una imagen malévola en las tradiciones judías y en la Biblia, al contrario de lo que sucede en el Irak contemporáneo, donde es glorificado como un líder histórico.
 Daniel le dice “tú eres aquella cabeza de oro”, y estaba en lo cierto. En cualquier otra parte en la cual se menciona el nombre de Babilonia en la Biblia, se la asocia con el oro. Su reino era una de las maravillas del mundo antiguo debido a sus construcciones esplendorosas y sus jardines colgantes. Los babilonios eran conocidos por su amor al oro. Nabucodonosor gobernaba desde un trono de oro y quiso edificar Babilonia como una ciudad de oro. Ordenó hacer una estatua de oro que medía 27 metros de altura y 2.7 metros de anchura. Cuando Herodoto visitó Babilonia setenta años después de la muerte de Nabucodonosor, dijo que nunca había visto tanto oro como allí. Babilonia celebraba la venida del año nuevo con grandes fiestas, donde Nabucodonosor y los reyes que le siguieron eran escoltados y sentados en un trono de oro. Declaraban que el rey gobernaba no solo los pueblos, sino sobre los animales y las aves y toda la creación, palabras de las que hace eco Daniel en su saludo al rey.
NOTA: Cabe notar, sin embargo, que algunos estudiosos creen que la descripción hecha por Daniel es una mezcla de tradiciones sobre Nabucodonosor —fue sin duda quien conquistó Jerusalén— y Nabónido (Nabuna'id), el último rey de Babilonia. Por ejemplo, los siete años de locura pueden estar relacionados con la estadía de Nabónido en Tayma en el desierto. Evidencia de esto está en fragmentos de los Manuscritos del Mar Muerto donde se describe a Nabónido siendo azotado por Dios con una fiebre de siete años en su reino mientras su hijo regía en Babilonia.

[iii] El  Imperio de Babilonia fue destronado por el reino de los Medos y de los Persas, a través del rey Ciro el Grande. El mismo profeta Daniel pudo ser testigo de la caída de Babilonia. El fin del imperio babilónico se da la noche en que Belsasar, rey de facto de babilonia, se emborrachó y mando atraer los vasos del templo hebreo, profanándolos. Por este hecho Dios lo condena a morir y se lo anuncia por medio de la visión de una mano que escribía en la pared encalada de su palacio las palabras: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIM, que, interpretadas por Daniel, significaban MENE: contó Dios tu reino y le ha puesto fin, TEKEL: pesado has sido en balanza y fuiste hallado falto, PERES: tu reino ha sido roto y dado a los medos y a los persas. (ver Daniel capítulo 5).
 Este, el segundo reino después de Babilonia, es representado en la profecía por el pecho y los brazos de plata (dos brazos: medos y persas). Duró 208 años, desde el 539 A.C. hasta el 331 A.C. Aunque este imperio no fue tan rico como el de Babilonia, su ejército fue más poderoso y la plata fue su característica debido a que los medo-persas de dieron a conocer por su sistematización de tributos, y la palabra para plata en arameo es también la palabra para tributos. Todos los tributos se pagaban en plata (a diferencia del Imperio Babilónico, donde los tributos se pagaban en oro). De modo que la plata es su símbolo en la profecía.
 En la Biblia, en los libros de Esdras y de Nehemías, los persas aparecen como restauradores del Templo de Jerusalén y defensores del culto al Dios hebreo. La imagen que de ellos se muestra es muy positiva, ya que acabaron con la cautividad de Babilonia. El reinado de Ciro el Grande fue de bendición para el pueblo de Israel pues era un rey de mucha nobleza y permitió que los judíos volvieran a su patria promulgando el famoso decreto de Ciro, ordenando la reedificación del templo y permitiendo que todos los cautivos regresaran a su país, aunque algunos de ellos se quedaron viviendo en su reinado incluidos entre estos al profeta Daniel. Regresaron los jefes de Judá, los jefes de Benjamín y los sacerdotes levitas.
 El Imperio Medo-Persa fue mucho más grande que el de Babilonia. Se extendió desde el Golfo Pérsico al este, hasta Macedonia al oeste, al norte sus límites llegaron hasta Armenia, y al sur desde Egipto hasta el rio Éufrates. Su existencia concluyó en 331 a. C. cuando el último de los reyes aqueménidas, Darío III, fue vencido por Alejandro Magno.

[iv] Alejandro Magno, rey de Macedonia, derrotó a los persas en la batalla de Arbelas convirtiendo a Grecia en el tercer gran imperio mundial, que gobernó desde el año 331 hasta el 168 a.C. Como bien lo describe Daniel en la profecía, su característica fue el bronce, ya que un soldado griego llevaba un casco de bronce, una coraza de bronce, un escudo de bronce y una espada de bronce.
 El Reino de Macedonia fue un Estado de la antigüedad clásica, en el norte de la actual Grecia, bordeada por el Reino de Epiro en el oeste y la región de Tracia en el este. Este reino se consolidó durante el siglo V a. C. y experimentó un importante ascenso de su poder durante el siglo IV a. C. con el gobierno de Filipo II, que convirtió Macedonia en la principal potencia de Grecia. Su hijo Alejandro Magno conquistó la mayor parte del mundo conocido, inaugurando el Período Helenístico de la historia griega.
 Las conquistas y extraordinarias dotes militares de Alejandro le permitieron forjar, en menos de diez años, un imperio que se extendía desde Grecia y Egipto hasta la India, iniciándose así el llamado periodo helenístico (siglos IV-I a.C.) de la Antigüedad. Sucedió muy joven a su padre, Filipo II, asesinado en el año 336 a.C. Éste le había preparado para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando a Aristóteles su formación intelectual.
 Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y enseguida -en el 334- lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos -bajo el liderazgo de Macedonia- contra los persas.
 La temprana muerte de Alejandro a los 33 años, víctima del paludismo, le impidió consolidar el imperio que había creado y relanzar sus conquistas. El imperio no sobrevivió a la muerte de su creador. Se desencadenaron luchas sucesorias en las que murieron las esposas e hijos de Alejandro, hasta que el imperio quedó repartido entre sus generales (los diádocos): Seleuco, Ptolomeo, Antígono, Lisímaco y Casandro. Los Estados resultantes fueron los llamados reinos helenísticos, que mantuvieron durante los siglos siguientes el ideal de Alejandro de trasladar la cultura griega a Oriente, al tiempo que insensiblemente dejaban penetrar las culturas orientales en el Mediterráneo.

[v] Después de la muerte de Alejandro Magno su imperio de debilitó y dividió, y en el año 168 a.C. Roma derrotó a los griegos en la batalla de Pidna, conformando el siguiente imperio mundial. César Augusto gobernaba el Imperio Romano cuando Jesús nació (Lucas 2:1), por lo que el Mesías y sus apóstoles vivieron en el período representado por las piernas de hierro de la estatua.
 El hierro simboliza a este Imperio con exactitud: su disciplina militar, su dominio sobre los pueblos conquistados, sus leyes, todo era como el hierro. Hipólito, quién vivió del 170 al 230 d.C. escribió: “¡Alégrate bendito Daniel! No estabas equivocado... Ya rige el hierro”. Gibbon, historiador del siglo XVIII, sin duda tenía la profecía de Daniel en mente cuando escribió: “Las imágenes de oro, plata o bronce que podían servir para representar a las naciones y sus reyes, fueron sucesivamente quebradas por la férrea monarquía de Roma”.
 El Imperio bizantino (o Bizancio), la segunda de las piernas de hierro,  se conoce como Imperio Romano de Oriente, especialmente para hacer referencia a sus primeros siglos de existencia, durante la Antigüedad tardía, época en que el Imperio Romano de Occidente continuaba todavía existiendo. Fue el Estado heredero del Imperio romano que pervivió durante toda la Edad Media y el comienzo del Renacimiento y se ubicaba en el Mediterráneo oriental. Su capital se encontraba en Constantinopla, actual Estambul.
 En tanto que es la continuación de la parte oriental del imperio romano, su transformación en una entidad cultural diferente de Occidente puede verse como un proceso que se inició cuando el emperador Constantino el Grande trasladó la capital a la antigua Bizancio (que entonces rebautizó como Nueva Roma, y más tarde se denominaría Constantinopla); continuó con la escisión definitiva del Imperio Romano en dos partes tras la muerte de Teodosio I, en 395, y la posterior desaparición, en 476, del Imperio Romano de Occidente, suceso este último que dio inicio a la Edad Media.
 En todo caso, cabe notar que el término Imperio Bizantino fue creado por la erudición ilustrada de los siglos XVII y XVIII y nunca fue utilizado por los habitantes de este imperio, que prefirieron denominarlo siempre Imperio Romano (griego: Βασιλεία Ῥωμαίων, Basileia Rhōmaiōn; latín: Imperium Romanum) o Romania (Ῥωμανία) durante toda su existencia.
(Fuente: Wikipedia)

[vi] A propósito de la Unión Europea, el profeta Daniel señaló un detalle interesante en el sueño de Nabucodonosor: los pies de la estatua, en parte de hierro y en parte de barro cocido, o arcilla, con sus diez dedos que representaban diez reyes, correspondían al imperio que reinaría justo antes del regreso del Mesías. Por lo tanto, y sin perjuicio del cumplimiento exacto de las diez tribus bárbaras que provocaron la caída del imperio romano conformando las naciones de Europa, es lícito preguntarse: ¿quiénes son los representados por "los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido" justo antes del regreso de Jesucristo?
 Por ese detalle son muchos los que sostienen que todavía no se ha visto el cumplimiento histórico de esta parte de la profecía. Según ellos, la Biblia revela que serán reyes o gobiernos al final de esta era y que serán parte de un gran resurgimiento del Imperio Romano. Dos características en particular servirían para identificarlos: serán diez, y así como el hierro es fuerte y el barro frágil, "el reino será en parte fuerte, y en parte frágil"… viendo en estos gobiernos a los integrantes de la Unión Europea en una fase final, después de lograr superar todas sus actuales y profundas crisis internas, convertida en una Europa Federal compuesta por diez naciones.
 Consideran que cuanto mayores sean las fuerzas que desgarran a la Unión Europea, más fuertes tendrán que ser los vínculos federales necesarios para mantenerla unida. Por ello piensan que sin el crisol de la situación actual, los europeos no lograrían forjar los vínculos de una Europa realmente federalizada. Dentro de este concepto, si los europeos se mantienen firmes en su empeño de avanzar en vez de mirar hacia atrás, las corrientes de la historia los arrastrarán hacia una verdadera federación de los "Estados Unidos de Europa", siendo posible que para ello requieran de una gran crisis y de un gran líder para obtener una gran solución. El escenario preciso para el surgimiento del tan temido y mítico Anticristo.
 En parte podrían tener razón, ya que la revelación es siempre progresiva hasta completar el cuadro total al momento de su cumplimiento. Sin embargo en ese sentido, y teniendo presente que la instauración del último gobierno mundial será el del Mesías, y por lo tanto el triunfo definitivo del bien sobre el mal en la Humanidad, en mi opinión la última parte de la profecía debiera tener un cumplimiento más amplio, escatológico y de carácter mundial, en el que las convicciones religiosas jugarán un papel preponderante.
 Al respecto es evidente la tendencia actual a la unificación que se observa a todo nivel, partiendo con la Unión Europea como primera señal de un proceso imparable, seguido por otros similares como el G-8, el Mercosur, los TLC o tratados de libre comercio, la red internet con sus redes sociales e información instantánea a nivel planetario, la red de posicionamiento global GPS, las telecomunicaciones, y el creciente movimiento ecuménico para la unión de los credos religiosos del mundo en punto comunes de fe, dándose así todas las condiciones para la conformación de un Gobierno Mundial de economía globalizada y fuerte liderazgo político, cuya característica principal será la implantación de un nuevo orden social unificado bajo el sustento moral de una religión oficial también globalizada, sostenida por fuertes y tecnologizados sistemas de control (el barro en medio del hierro),¿acaso una religión que se opondrá a la de Aquél personificado en la roca cortada “no con mano”, que herirá precisamente los pies de la estatua “en los días de estos reyes...”?

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OBSERVACIÓN: Esta serie de artículos están basados o forman parte del libro escrito recientemente por el autor, denominado “Fenómalos – La Quinta Esencia”, publicado por Editorial Trafford (ISBN 1-4251-1232-3, por Trafford Publishing, Canada). Las imágenes y videos han sido tomadas directamente de la web, y sólo para efectos de ilustración del texto. De haber alguna de ellos con derechos de autor agradeceré comunicármelo para retirarlas de esta entrada. 
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