martes, 28 de abril de 2009

¿EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES ... O PANSPERMIA DIRIGIDA? Parte I


"La Evolución no es siquiera una teoría, sino una hipótesis, lo cual, en el método científico está un paso por debajo para convertirse en una teoría". (Carl Baugh, Ph. D. The Dinosaur Dilemma, 1994. Texas, USA)


La Teoría de la Evolución de Darwin no tan sólo revolucionó a la Biología y a la Antropología, sino que cambió los paradigmas religiosos, filosóficos y sociológicos de toda la sociedad contemporánea... Sin embargo, más de 100 años de investigación y de registros fósiles no han podido dar con el "eslabón perdido" ni con una prueba contundente que transforme en un hecho científico lo que hasta ahora es sólo una especulación teórica. Ello ha motivado incluso la aparición de una nueva teoría evolucionista llamada "Teoría del Equilibrio Puntuado" (los organismos mantienen su estructura en el tiempo, pero de vez en cuando ocurren "saltos evolutivos", mutaciones, provocadas por influencia de agentes externos como por ej. los rayos cósmicos...).

¿Tienen razón, o son los últimos intentos de los naturalistas de explicar lo inexplicable, antes de reconocer que la Vida en la Tierra pudo haber tenido un origen externo e inteligente? ¿Es posible aportar pruebas científicas y religiosas coherentes en pos de una Creación de origen extraterrestre que motive a repensar sus postulados tanto a la Ciencia como a la Religión oficiales?

Los invito una vez más a seguir al conejo blanco hacia el País de las Maravillas...

“Hemos llegado a una situación en la que algunos han aceptado una teoría como un hecho, y donde la posible evidencia contraria es desechada. Esta condición, naturalmente, describe a la mitología, no a la ciencia.”
Robert Shapiro

Existen innegables documentos escritos provenientes de la Antigüedad así como evidencias geológicas y arqueológicas cada vez más numerosas e impactantes, que testimonian que habrían existido otras formas de vida preponderantes y posiblemente otras civilizaciones, desaparecidas súbitamente producto de grandes cataclismos geológicos que cambiaron la faz de la Tierra, muchísimo antes de lo que reconoce la Ciencia Oficial. En este contexto, es válido hoy cuestionar las teorías vigentes respecto de cuál fue efectivamente la causa de la aparición de la Vida en nuestro planeta y su posterior desarrollo, y plantear una hipótesis que otorgue una explicación más coherente a la que nos han entregado hasta ahora.


Debemos partir primero por remecer lo que sabemos oficialmente respecto de los orígenes de la vida en la Tierra, pues tal vez no sea tal como nos lo ha enseñado hasta ahora la Ciencia Escolástica y la explicación vaya por otro lado, como ya lo han vislumbrado en parte connotados científicos. Muchos sostienen actualmente que la vida llegó a la Tierra proveniente del espacio exterior.



Tenemos por ejemplo la tesis propuesta a fines de la década de 1970 por los astrofísicos británicos Sir Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe, quienes postulaban que la vida fue traída por un cometa hace 4.000 millones de años en forma de virus y bacterias. Otros decididamente hablan de una colonización hecha por extraterrestres venidos en una nave espacial en tiempos remotos, como el Premio Nobel de Química año 1952, Francis Crick, quién planteó en conjunto con el bioquímico Leslie Orgel la interesante hipótesis de la Panspermia Dirigida.

En palabras de Crick: "Parece improbable que los organismos vivos extraterrestres pudieran haber alcanzado la Tierra ya sea como esporas conducidas por la presión de la radiación de otra estrella o como organismos vivos incrustados en un meteorito. Como alternativa, hemos considerado la Panspermia Dirigida, la teoría de que los organismos fueron deliberadamente transmitidos a la Tierra por seres inteligentes de otro planeta. Creemos que es posible que la vida alcanzó la Tierra de esta manera, pero que la evidencia científica es inadecuada actualmente como para decir algo acerca de esa probabilidad."

Si se tienen evidencias serias para esta última suposición, y creemos que debe ser así, pues de lo contrario investigadores de su talla no habrían arriesgado su prestigio ante la comunidad científica mundial, es posible entonces plantear como una posibilidad cierta que en un tiempo remoto este planeta haya sido descubierto y colonizado por una civilización muy avanzada, que con su gran tecnología lo habría adaptado sabiamente para sembrar la Vida que traía, y luego lo habría puesto en marcha con todo un ecosistema funcionando, diseñado ad-hoc para ello.

Lo anterior no es una afirmación utópica, pues en palabras del mismo Crick: "una buena manera de ver la panspermia dirigida es pensar que nosotros mismos estaremos sembrando vida en otros planetas en mil o dos mil años más".

En efecto, podemos mencionar que el renombrado astrofísico Carl Sagan propuso hacer habitable el planeta Venus dejando caer sobre su tórrida atmósfera una cierta cantidad de algas, las Cyano Phiceae o algas azuladas, las cuales son aptas para resistir las altas temperaturas del planeta. Se reproducen a una velocidad fantástica y en grandes cantidades, generando, además, oxígeno en cantidades considerables, lo que permitiría enriquecer su atmósfera y enfriar su superficie de modo que tormenta y lluvia harían fructificar su suelo. En este sentido, es interesante observar lo mencionado por Von Daniken en su libro "El Oro de Los Dioses", que en Transvaal, Sudáfrica, se han descubierto en rocas de sedimentación muy antiguas restos de seres vivientes semejantes a nuestras actuales algas azuladas.

Suponiendo que así hubiera sido, quedaría aún la dificultad de explicar por qué se distinguen claramente dos grandes Eras, las que debido a los últimos descubrimientos geológicos -que indicarían como terminó la primera- no podrían tener una relación de continuidad lógica, debiendo necesariamente ser excluyentes la una de la otra, a pesar de las muchas explicaciones de carácter científico y/o dogmático que se puedan dar: Nos referimos a la era de los Dinosaurios y la era de los Mamíferos, incluyendo en esta última a la raza humana.


El conocimiento de la primera era se ha adquirido a partir de los fósiles encontrados en diversas partes del mundo , aunque su actual sistematización se basa en los supuestos derivados de una difundida teoría que ha condicionado completamente su interpretación (sobre todo respecto de los gigantescos periodos de tiempo que se les asigna a cada una de sus etapas para que tal suceso pudiera ser plausible): Nos referimos a la Teoría de la Evolución de las Especies.
Antes de seguir adelante nos detendremos un poco en ella, ya que para comprender lo que sigue se considera fundamental aclarar primero algunos conceptos respecto de esta teoría que nos permitan enfocar este tema desde una perspectiva adecuada.


No obstante haber tenido un constante proceso de desarrollo por más de un siglo y que se la difunda masivamente a través de los medios de comunicación y textos de estudio como una verdad demostrada, es preciso mencionar que frente a las evidencias actuales esta teoría presenta tan grandes inconsistencias que perfectamente puede ser cuestionada, incluso con argumentos científicos. Lo primero, porque está basada en premisas aún no demostradas sino sólo ingeniosamente apoyadas en nebulosas evidencias físicas y explicaciones de carácter dogmático,

las que para ser medianamente creíbles requieren necesariamente periodos inmensos de tiempo medidos en cientos de millones de años, en los cuales según sus partidarios, la manifestación de la vida por azar “en el caldo de los mares arcaicos”, así como las necesarias mutaciones que permitieran su evolución, pudieran haber llegado a ser estadísticamente posibles. Lo segundo, porque confunde la adaptación al medio, que incluye a la selección natural y con ello la aparición de características nuevas trasmitidas por herencia a los descendientes, con evolución, cuando también es posible que dichas características hubieran estado todas incluidas en el código genético de los organismos arquetipos y se manifestasen en las generaciones siguientes dependiendo del medio en el que se desenvuelven y el tiempo de permanencia en él.


Son cada vez más numerosos los científicos –muchos de ellos partidarios de la evolución– que están encontrando importantes debilidades a esta teoría, principalmente debido a las lagunas que existen tanto en el registro fósil como en las actuales especies, que impiden demostrar una transición gradual de un organismo a otro como lo postulaba la teoría darwiniana.


En efecto, más de ciento veinte años de descubrimientos de innumerables restos fósiles no han podido encontrar ninguna prueba concreta que demuestre que un tipo o género de vida se convierte en otro tipo. Más bien sólo han contribuido a acrecentar la duda de una transición gradual en el surgimiento de nuevas especies, ya que este registro revela más bien un patrón de saltos evolutivos. Esto ha llevado a que algunos evolucionistas postulen que el proceso tiene que haber sucedido como producto de cambios súbitos y drásticos en los genes, denominando a este nuevo concepto “procedimiento de equilibrio puntuado”.

Esta nueva teoría, propuesta por Niles Eldredge y Stephen Jay Gould en 1972, que se contrapone a la anterior, postula que los organismos mantienen su equilibrio pero que de vez en cuando ocurre una “puntuación”, es decir, un salto grande que permite la evolución de un organismo a otro. Incluso algunos científicos están proponiendo cambios evolutivos aún muchos más rápidos, considerando muy en serio ideas que antes se popularizaban sólo en la ficción, como es el caso de la vida originada en el espacio exterior y traída por los cometas o el caso de la “panspermia dirigida” de Francis Crick y Leslie Orgel.


Por otra parte y ante el divorcio que la teoría evolucionista produjo con su permanente campaña, entre la ciencia y la religión oficiales, y dado que con su creciente prestigio estaba haciendo quedar dasfasada culturalmente a la Iglesia y a la cristiandad en general ante la opinión pública mundial, es necesario mencionar el esfuerzo hecho por el famoso sacerdote jesuita, antropólogo y filósofo francés Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955)

, quién intentó conciliar ambas posiciones con un arriesgado planteamiento, que colocó a la Iglesia en una “posición de modernidad” al no contradecirse con la Ciencia, por lo que fue muy bienvenido: Que la evolución de la materia inanimada hacia el orden antientrópico y por ende a la vida organizada, es dirigida por el Creador, eliminando por una parte el azar y justificando por otra los inmensos periodos de tiempo necesarios (“millones de años”) para el proceso evolutivo.

Este planteamiento, que forma la base de la actual interpretación cristiano-católica de la Creación y a la que han adherido incluso pensadores de la talla de Jean Guitton, aunque parezca conciliador y coherente y que pudiera haber significado el definitivo nexo entre Ciencia y Religión respecto a la aparición de la Vida en nuestro planeta, representa a juicio del autor de este artículo el triste apresuramiento de una religión que ha puesto en duda la fuente de su fe para armonizarla con los “hallazgos” de una dudosa teoría. Teilhard de Chardin podría estar a la postre tan científica y religiosamente errado, que la Iglesia estaría obligada a revisar seriamente sus conceptos religiosos y replantearse públicamente .


Lo anterior, porque las conclusiones a que están llegando incluso los mismos científicos materialistas, es que la única razón que los lleva a seguir manteniendo actualmente su fe en la evolución, es que aceptar que hubo creación significaría demoler todos los fundamentos naturalistas, ya no tan sólo de la Biología o de la Antropología, sino de toda nuestra orgullosa civilización moderna y reconocer que hubo un Creador, con todas sus implicancias. La Iglesia que siempre defendió esto último se apresuró en adaptarse a una pseudo-ciencia que en la actualidad se ha transformado en algo así como una obstinada doctrina filosófico-materialista, en vez de esperar con fe y convicción que la verdadera Ciencia corroborara lo planteado por la Biblia.


Por lo tanto si queremos abrir nuestra mente a explicaciones alternativas más coherentes con los últimos descubrimientos (ver artículos anteriores), con el contexto del mundo que nos rodea, y con el tema que estamos tratando en este artículo, estamos en nuestro derecho y es perfectamente posible sin dejar de ser serios y racionales, ponerse en otro plano y tratar de explicar la existencia de estas dos grandes eras a partir de los fundamentos de otra teoría, de carácter opuesto a la primera, que está apoyada en evidencias al menos tan plausibles como las de la anterior: la Teoría Creacionista . Podemos hacerlo con propiedad, ya que en ambos casos sólo se trata de especulación no apoyada en pruebas concluyentes y definitivas, aunque con la primera la comunidad científica se haya dado un gran trabajo para respaldarla, sin lograrlo hasta la fecha como lo hubiera deseado.

Tomando entonces como base los conceptos de la teoría creacionista, así como lo postulado por Crick y Orgel en cuanto a que la vida pudo ser traída del espacio exterior por seres inteligentes, es posible -por qué no- que ambas eras hayan sido entonces el producto de una manipulación genética de la vida y de una adaptación de las condiciones geológicas de la Tierra para su desarrollo, por parte de entidades inteligentes tecnológicamente muy avanzadas, pero en tiempos siderales diferentes, aunque obviamente con un propósito bien definido que justificara el tremendo despliegue tecnológico y económico llevado a cabo en tales expediciones.

Con esta hipótesis demos paso entonces a una posible y lógica explicación alternativa a la existencia de las dos eras mencionadas:



La era de los Dinosaurios corresponde a un ecosistema totalmente diferente, en el que ellos fueron la especie dominante en toda la Tierra. Incluso la disposición de los continentes tiene que haber sido muy distinta a la actual, posiblemente conformando el supercontinente que la moderna Geología ha denominado Pangea, pues las evidencias reunidas sugieren que debieron haber estado conectados entre sí: Por ejemplo, en la Antártida –aparte de grandes yacimientos de carbón y restos fósiles de vegetación tropical- se encontró el fósil de un reptil denominado Lystrosaurus, que se sabía había vivido también en Africa, la India y China. También en Africa del Sur y en Brasil se hallaron restos fósiles del reptil Mesosaurus y tanto en Sudamérica, Africa, India y Australia se encontraron fósiles de un extinguido helecho llamado Glossopteris.


Incluso -corroborado por lo anterior- el clima necesario para la existencia de los dinosaurios tuvo que haber sido muy diferente al actual. Debió haber sido compatible con esas formas de vida, favoreciendo su supremacía y el notorio gigantismo de muchas de sus especies. La cadena alimenticia de entonces debió haber estado compuesta mayoritariamente por dinosaurios y otras especies de reptiles, y no por mamíferos.


Pero, ¿Por qué no podrían haber existido contemporáneamente dinosaurios y mamíferos, con los primeros como especie dominante como lo plantean los científicos evolucionistas? A lo mejor pudiera haber sido posible -con los mamíferos relegados a un pequeño número- si hubieran existido realmente en la misma época, pero a continuación expondremos las razones que nos llevan a creer que no fue así, que en realidad vivieron en épocas excluyentes.


Por alguna causa desconocida, la primera era terminó abrupta y definitivamente. La ciencia y la religión han tratado de explicarlo de varias formas: suicidio colectivo, variaciones del clima y/o del nivel de los océanos, manchas solares, actividad volcánica, aparición de mamíferos pequeños (como el Murganucodón) que habrían devorado los huevos de la especie dominante, aparición de plantas nuevas que los envenenaron, deriva de los continentes, falta de espacio en el Arca de Noé, voluntad divina, etc.

Actualmente, el argumento más serio y fundamentado es que los dinosaurios se extinguieron a causa de un cambio climático repentino que afectó a todo el planeta, conocido como suceso K/T (llamado así puesto que habría marcado el límite entre los periodos Cretáceo y Terciario), ocurrido hace “65 millones de años”: un cataclismo global producido por un cuerpo celeste que habría colisionado con la Tierra.


En efecto, la teoría más aceptada y coherente postula que un asteroide de entre 10 y 18 km de diámetro habría chocado con nuestro planeta a una velocidad del orden de los 10 km/seg, liberando una energía de unos 100 millones de megatones, equivalente a 10.000 veces la de todo el arsenal nuclear almacenado por las grandes potencias, la que aparte de los grandes incendios, terremotos y tsunamis producidos en las áreas más cercanas al impacto, habría levantado una gigantesca nube de polvo y hollín (cuyo volumen se calcula en 200.000 km³) que cubrió todo el planeta, produciendo una oscuridad que habría durado como mínimo cuatro años y posiblemente entre los cien y los mil años. Esto habría ocasionado la interrupción de la fotosíntesis, un brusco y permanente descenso de la temperatura global y por consiguiente la total interrupción de la cadena trófica marina y terrestre, lo que provocó la muerte por inanición y congelamiento de todo vestigio de vida aérea, terrestre y marina, vegetal y animal (aunque es probable que en algún ecosistema particular más protegido de los efectos del impacto, pudiera haber sobrevivido algún tipo de fauna marina prehistórica).


NOTA: En la sección "Comentarios" al pie de este artículo en el Blog, publico mayores argumentos a favor de la teoría del Suceso K/T.


El autor plantea además la siguiente teoría adicional: Suponiendo de acuerdo a las últimas evidencias, que el impacto del asteroide ocurrió entre lo que hoy es el Golfo de México y la Península de Yucatán, éste habría provocado tal convulsión en la corteza del planeta y en su capa inferior, el manto, que –sumando el peso del repentino y catastrófico desplazamiento de las aguas por la onda de choque y por la súbita alteración del eje terrestre- la onda sísmica expansiva habría desmembrado el antiguo supercontinente Pangea y sus diferentes partes se habrían desplazado en un corto periodo de tiempo a una posición similar a la que actualmente ocupan (que de seguro continuó variando por sucesos geológicos posteriores, como los que se mencionarán en artículos siguientes), lo que explicaría la presencia de fósiles de dinosaurios, muchos de la misma especie, en todos los continentes incluyendo la Antártida. De hecho así lo sugiere la posición de los actuales continentes partiendo de su original disposición cuando se encontraban unidos conformando Pangea, tomando como centro del impacto la zona de Yucatán y las posibles direcciones de su trayectoria.


Sin embargo, la teoría del suceso K/T no ha convencido a toda la comunidad científica, la cual -atrapada tal vez por sus propias y arraigadas teorías evolucionistas, que les impiden aceptar que absolutamente toda la vida en la Tierra pudiera haberse extinguido,

ya que 65 millones de años no serían suficientes para una nueva evolución al nivel actual- argumenta que aún habría que explicar por qué los efectos del impacto afectaron solamente a los dinosaurios y muchos otros grupos de reptiles (incluyendo a los plesosaurios marinos y los pterosaurios voladores) y no a los mamíferos.


En su contexto evolucionista tienen toda la razón: ¿Cómo es posible que un cataclismo de proporción planetaria de esas características no haya afectado también a los otros grupos de reptiles, mamíferos y aves que pueblan actualmente la tierra?

Incluso la religión cristiana en su permanente intento de conciliarse con la ciencia oficial no encuentra una explicación plausible a ello: Desde luego que tal cataclismo no pudo ser el diluvio universal, por las mismas razones anteriores y porque contra-argumentar que no había espacio para ellos en el Arca de Noé o que eran muy salvajes para introducirlos en ella es un razonamiento carente de lógica (ello pudiera haber ocurrido tal vez con los feroces depredadores, pero también había dinosaurios de todos los tamaños, muchos de ellos de carácter inofensivo, que hoy obviamente no pertenecen a la cadena trófica). Para qué mencionar en detalle los dogmáticos argumentos que plantean algunas denominaciones protestantes, como por ejemplo que los fósiles de dinosaurios “fueron enterrados por Satanás” para confundir a la especie humana respecto a la historia de la Creación, o que “fueron puestos deliberadamente por Dios para poner a prueba a la Humanidad”.


Es obvio que la explicación hay que buscarla por otro lado: O negamos la validez de la hipótesis del asteroide sólo porque no calza con nuestras teorías o creencias, a pesar de las muchas y contundentes evidencias actuales, o bien aceptamos con mente abierta que es la científica y religiosamente más acertada y que la era de los dinosaurios extinguida por tal impacto corresponde a un mundo anterior diferente y totalmente excluyente del actual, del cual -salvo quizás contadas excepciones- no pudieron quedar vestigios vivos de vida animal ni vegetal.



Suponiendo entonces que es posible explicar la vida en la Tierra a partir de una creación externa inteligente y que la era de los dinosaurios acabó súbitamente por la colisión del planeta con un gran asteroide, se nos plantea todavía otra gran incógnita: la fosilización de aquellos restos en un periodo de tiempo considerablemente menor. ¿Es posible que ésta se produzca por otras causas que requieran periodos de tiempo más cortos, como los que exigiría una teoría creacionista? La radioactividad pudiera ser un ejemplo de ello.

También es posible que el proceso de fosilización de los organismos muertos por la catástrofe requiriera tan sólo las convenientes condiciones geológicas y climáticas para producirse en periodos más breves que los postulados hasta ahora por la Ciencia, como por ejemplo, que determinadas combinaciones de la luz solar con las capas de hollín, gases y minerales suspendidos por años en una atmósfera con su capa de ozono destruida pudieran provocar semejante fenómeno. Es una teoría interesante y plausible, que invitamos a estudiar detenidamente bajo este nuevo punto de vista.


Por lo demás, hay que tener en cuenta que el método de datación del Carbono 14 para el análisis de los restos fósiles no ofrece confiabilidad por su incerteza más allá de los siete mil años, ya que la descomposición radiactiva regular de este isótopo se ve afectada directamente por la variación de los rayos cósmicos que llegan a la Tierra (los que a su vez pueden variar por factores tales como la intensidad del campo magnético de nuestro planeta, por las manchas y las llamaradas solares, por la cantidad adicional de rayos cósmicos provenientes de la galaxia, etc.). Su regularidad también se ve afectada por la contaminación atmosférica, incluyendo la producida por las explosiones nucleares. De acuerdo a lo anterior, es posible incluso que el cataclismo provocado por el asteroide en cuestión haya provocado una aceleración del proceso de descomposición del Carbono 14 y de otras sustancias radiactivas, alterando la lectura de las edades por estos métodos de una manera drástica.

Continuando entonces con nuestros argumentos de índole creacionista, y considerando que la vida debió quedar totalmente extinguida con el término de la era anterior, diremos que también podría ser posible que debido a una nueva y distinta intervención extraterrestre en una época posterior, se haya dado inicio a otra era geológica y de vida en la Tierra, totalmente diferente y excluyente de la anterior, en la que predominan los mamíferos y aparece el Hombre.

Antes de seguir adelante con este tema -que a partir de este punto tomará en cuenta algunas consideraciones de índole religiosas a fin de ser coherentes con el postulado holístico del libro "Fenómalos - La Quinta Esencia"- es preciso tener en cuenta que no obstante ser enfoques muy diferentes respecto a la siembra de vida, hay pistas que nos llevan a pensar que ambas eras tienen una conexión entre sí: Por ejemplo, que el código genético siga teniendo las misma estructura universal en los organismos de ambas eras, que el esquema general de la constitución física de estos sea similar (estructura ósea, sistemas respiratorios, digestivos, circulatorio, nervioso, etc.), y la existencia de especies vegetales y acuáticas que los sustentaran como base de la cadena trófica.

Como podemos apreciar a simple vista, dos ecosistemas a diferente escala y excluyentes pero diseñados en base a un patrón similar, ... cuya posible explicación estaría en los argumentos que expondremos en la segunda parte y final de este artículo.


Por: Carlos Jiménez Fajardo


VIDEO: Suceso K/T, o el Último Día de los Dinosaurios


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OBSERVACIÓN: Esta serie de artículos están basados o forman parte del libro escrito recientemente por el autor, denominado “Fenómalos – La Quinta Esencia”, publicado por Editorial Trafford (ISBN 1-4251-1232-3, por Trafford Publishing, Canada). Las imágenes y videos han sido tomadas directamente de la web, y sólo para efectos de ilustración del texto. De haber alguna de ellos con derechos de autor agradeceré comunicármelo para retirarlas de esta entrada.

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jueves, 23 de abril de 2009

EN EL DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO


Esta fecha especial, instituida por la UNESCO el año 1995, es la ocasión propicia para que las personas reflexivas puedan atender a la importancia y significado que tiene este preciado invento humano en el desarrollo de la Cultura Universal.

Haciéndome entusiasta partícipe de esta cruzada, he querido dedicar el presente artículo a un LIBRO en especial, que más que ningún otro, ha tenido una influencia fundamental en el devenir de la civilización occidental. LIBRO que, al impactarme profundamente por sus características asombrosas, he utilizado como base principal de argumentación y análisis en el desarrollo de la investigación que expongo en la obra “Fenómalos - La Quinta Esencia”. Me refiero al milenario y sagrado libro de las religiones judeo-cristianas: LA BIBLIA ... y los invito a conocer el por qué.

QUÉ ES LA BIBLIA

La palabra Biblia deriva del griego biblyos que significa “libritos o colección de libros”. En efecto, la Biblia está compuesta de 66 libros, siendo 39 de ellos los que conforman el Antiguo Testamento y 27 los que conforman el Nuevo Testamento.

La Biblia constituye uno de los textos clásicos de la literatura universal. “Nadie medianamente informado podría negar la evidencia del gran tesoro cultural encerrado en esta colección de antiguos escritos judeo-cristianos, que alternan la narrativa histórica con los códigos legales, las normas de conducta con la delicada belleza de la lírica hebrea, los discursos didácticos o morales con la interpretación de sueños y visiones.” (Prefacio a la Biblia, versión Reina-Valera, revisión 1995. Sociedades Bíblicas Unidas).

El judaísmo y el cristianismo tienen como base común el Antiguo Testamento. Los cristianos le añaden el Nuevo Testamento, el que quedó definitivamente conformado a lo largo del siglo II d.C. Ambos conforman la Biblia Canónica, oficializada como tal por el Concilio de Nicea el año 325 d.C.

La Biblia es un gran misterio. A pesar de haberse escrito a lo largo de trece siglos, presenta una unidad de contenido y una coherencia sorprendentes:

“Las páginas de lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento fueron escritas a través de unos once siglos: desde los días de Moisés hasta Malaquías, último de sus autores.

Ahora bien, entre los que fueron redactando los diversos libros que forman el Antiguo Testamento hubo toda suerte de personas: desde encumbrados y eruditos personajes como Moisés, célebre legislador y Daniel, sabio estadista que participó en la conducción de dos naciones tan importantes en sus días, como Babilonia y Medo-Persia, hasta sencillos mensajeros tales como Amós. Sin embargo, resaltan la unidad y concordancia de las afirmaciones de autores tan diversos.
Si no hubiese habido algún elemento desconocido para el hombre, que guiara a esos escritores separados por diferencias de cultura, circunstancias, lugar y época, existiría únicamente una cantidad discordante de aseveraciones que no podrían constituir un todo homogéneo como es en realidad ... Lo mismo puede afirmarse del Nuevo Testamento, aunque en este caso se trate de diversos escritos que son fruto de autores que estuvieron más cerca entre sí que los del Antiguo Testamento” (Víctor E. Ampuero Matta. La Iglesia y sus Fundamentos, págs. 7 y 8. Asociación Casa Editora Sudamericana. 1964).


También es admirable su vitalidad, que la ha llevado a sobrevivir a lo largo de los siglos y transformarse en lo que es actualmente: el best-seller mundial, el libro más difundido del mundo, traducido a todos los idiomas y dialectos conocidos.

Muchos y enconados han sido los esfuerzos para limitar o prohibir el uso de la Biblia a lo largo de los siglos de la Era Cristiana: “Ya el decreto de Tolosa (Francia) de 1229, instituía el tribunal espantoso de la Inquisición contra todos los lectores de la Biblia en lengua vulgar. Era un decreto de fuego, de sangre y de asolamiento. En sus Capítulos III, IV, V y VI disponía que se destruyeran por completo hasta las casas y los más humildes escondrijos y aún los retiros subterráneos de los que fueran convictos de poseer las Escrituras, y que ellos mismos fueran perseguidos hasta en los montes y en los antros de la tierra, y que se castigara con severidad aún a sus encubridores”. Como resultado la Biblia “fue pues prohibida en todas partes; desapareció en cierto modo de sobre la tierra, bajó al sepulcro”. (L. Gaussen, Le Canon des Saintes Escritures, parte 2, lib.2, cap.7; y cap.13 (Ed. De Lausana, 1860).

NOTA 1: La Iglesia de entonces justificó esta terrible actitud con el propósito de preservar su Tradición, la que se formó "con la filosofía, los mitos y las supersticiones extraídas de los pueblos paganos que la Iglesia fue decantando y adaptando" desde el siglo I en adelante. Ello, porque "ya hacia el siglo XI, quien comparara esta ‘tradición’ con el texto bíblico se daba cuenta que no calzaban", lo que provocó que muchos disidentes o "herejes" se aprovecharan de la situación y comenzaran a usar la Biblia para acusar a la Iglesia Católica de haberse apartado de la fe. "En efecto, en el 1079 el Papa Gregorio VII emitió el primero de muchos edictos que prohibían la producción y hasta la posesión de versiones vernáculas de las Sagradas Escrituras. Estos edictos se aplicaron en toda Europa. La prohibición de las Sagradas Escrituras tuvo tal efecto que los católicos de los siglos XVII, XVIII y XIX llegaron a creer que leer la Biblia era ‘volverse protestante’. Hoy la Iglesia Católica se defiende diciendo que en realidad no se prohibió la Biblia, sino sólo alguna de sus versiones. Pero olvida mencionar que estas eran precisamente las relevantes, ya que las otras estaban en latín o griego y muy pocos las podían entender." (Thomas Ralber, MSc. El Cristianismo al Desnudo. Cap. IV : La Construcción de la Mitología Cristiana, pág. 181: La Tradición versus la Biblia. Ed. I.A. Greenfield. Edición enero 2001). FIN DE LA NOTA 1.


Respecto a los esfuerzos especiales hechos para destruir la Biblia durante el Reinado del Terror que siguió a la Revolución Francesa a fines de 1793, el Dr. Lorimer dice: “Dondequiera que se encontrase una Biblia puede decirse que había persecución a muerte; a tal punto que varios comentadores respetables interpretan la muerte de los dos testigos, en el Capítulo 11 del Apocalipsis, como refiriéndose a la supresión general, más aún, a la destrucción del Antiguo y Nuevo Testamento en Francia durante aquella época.” (J.G. Lorimer, An Historial Sketch of the Protestant Church in France, cap.8, párrs. 4,5).

Pero la vitalidad de la Biblia fue tan sorprendente, que literalmente “se levantó de su sepulcro” y se esparció por toda la tierra. En 1804, según Sir William Canton, de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, “todas las Biblias que existían en el mundo, impresas o en manuscrito, contando todas las traducciones en todos los países, se calculaban en no mucho más de cuatro millones,... Los diversos idiomas en que estaban escritos esos cuatro millones de Biblias alcanzaban a unos cincuenta” (¿What is the Bible Society? Página 23. Edición revisada de 1904).


Cien años después, al cumplir su primer centenario, la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera pudo informar que ella sola había distribuido, entre Biblias, Testamentos y porciones de las Escrituras, la cantidad de 186.680.101 ejemplares –total que, en 1910, subió a más de 220.000.000 de ejemplares, en cerca de cuatrocientos distintos idiomas.


A estos totales hay que añadir los millones de ejemplares de las Sagradas Escrituras y porciones de ellas, en muchos idiomas, distribuidos por otras sociedades bíblicas y diversas agencias comerciales. La Sociedad Bíblica Americana, -la mayor de las hijas de la mencionada Sociedad Bíblica Británica.- anunció haber distribuido en los noventa y cuatro primeros años de su obra un total de 87.296.182 ejemplares. (Véase Bible Society Record, Junio de 1910).

Actualmente las Sociedades Bíblicas Unidas, como dice en cada ejemplar que distribuyen: “constituyen una fraternidad mundial de Sociedades Bíblicas nacionales que sirven a más de 180 países. Su propósito es poner al alcance de cada persona la Biblia completa o parte de ella, en el idioma que pueda leer y entender y a un precio que pueda pagar. Distribuye más de 500 millones de ejemplares cada año”.

¿ES SU CONTENIDO DE INSPIRACIÓN SOBRENATURAL?

“Mientras Babilonia esté en escombros; mientras Nínive se halle asolada, abandonada y yerma; mientras Egipto sea el más humilde de los reinos; mientras Tiro sea un tendedero de redes en medio del mar; mientras Israel esté esparcido entre todas las naciones; mientras Jerusalén sea hollada bajo los pies de los gentiles; mientras los grandes imperios del mundo sigan su curso predicho; mientras todo esto suceda, tendremos la prueba de que una Mente omnisciente dictó las predicciones de aquel Libro...” (H.L. Hastings, Will The Old Book Stand, pág.22.)

A continuación se exponen dos impactantes descubrimientos matemáticos que -en conjunto- podrían significar un definitivo respaldo secular a la inspiración sobrenatural de la Biblia y a la existencia de una Inteligencia Suprahumana, superior a todo lo que conocemos.

I. PATRONES MATEMÁTICOS EN LA BIBLIA

La estructura numérica de la Biblia ha sido estudiada atentamente por muchos investigadores, siendo tema de numerosos volúmenes. No obstante, el trabajo más impactante pertenece al matemático ruso Dr. Iván Panin (1855–1942).

NOTA 2: Iván Panin nació en Rusia el 12 de diciembre de 1855. Habiendo participado en los movimientos contra el Zar en su juventud, fue exiliado y, después de unos años de estudiar en Alemania, se fue a los Estados Unidos donde ingresó a la Universidad de Harvard. Después de su graduación en 1882, se convirtió del agnosticismo al cristianismo.

En 1890 descubrió algunos diseños matemáticos excepcionales que subyacían en la Biblia, tanto en el texto griego del Nuevo Testamento como en el texto hebreo del Antiguo Testamento. Dedicó 50 años de su vida a analizar la estructura numérica de las Escrituras, generando más de 43.000 páginas de detallados y concienzudos análisis, agotando su salud en el proceso y falleciendo a los 87 años, el 30 de octubre de 1942. FIN DE LA NOTA 2.

La estructura heptádica, o los asombrosos patrones de sietes en la Biblia:

La repetición del número siete -o un múltiplo exacto de siete- se encuentra en la Biblia desde el principio hasta el fin, lo que es extensamente reconocido. Los siete días de la Creación, el Sábado en el séptimo día, los siete años de abundancia, los siete años de hambruna en Egipto, los siete sacerdotes y las siete trompetas que marchan sobre Jericó, el año de Sabbath de la región, los siete años que demoró Salomón en construir el Templo de Jerusalén, son conocidos ejemplos. También las siete iglesias, los siete ángeles, las siete trompetas, las siete plagas, etc., en el libro del Apocalipsis. Todos ellos indican el uso consecuente de los números siete. Aparece “siete” como tal 287 veces en el Antiguo Testamento (7 x 41 = 287) mientras la palabra "séptimo" ocurre 98 veces (7 x 14 = 98). La palabra "siete veces” aparece en 7 oportunidades. Además, la palabra "setenta" es usada 56 veces (7 x 8 = 56).

Pero mucho más abajo de la superficie, Ivan Panin descubrió las propiedades numéricas asombrosas del texto bíblico, tanto en el griego del Nuevo Testamento como en el hebreo del Antiguo Testamento. No sólo se trataba de un descubrimiento intrigante, sino que también demostraba un intrincado diseño que evidenciaba un posible origen sobrenatural.

El Dr. Panin descubrió literalmente miles de tales patrones matemáticos que subyacían en todos los libros del Antiguo Testamento, antes de su muerte en 1942. El lector interesado en profundizar en este tema puede consultar el libro de Panin, La Inspiración de las Escrituras Científicamente Demostradas, que habla exhaustivamente de estos fenómenos. Panin y otros investigadores después de él han intentado incluso descubrir tales patrones matemáticos en otra literatura hebrea, pero no los han encontrado en ningún otro lugar fuera de la Biblia.

En total, Panin acumuló más de cuarenta mil páginas de cálculos detallados cubriendo la mayor parte del texto de la Biblia. Estos asombrosos patrones aparecen en el vocabulario, en las formas gramaticales, en las partes de la oración, y en las formas especiales de las palabras. Ocurren en todo el texto de la Biblia, el que contiene 31.173 versículos.

Cuando consideramos los detalles asombrosos de este fenómeno matemático es posible damos cuenta que el cambio de una sola letra o palabra en las lenguas originales del hebreo o griego destruiría el patrón numérico, con lo que podemos comprender también una de las razones por las cuales Jesucristo declaró enfáticamente: “Porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo, cap.5 vers.18).

Veremos a continuación algunos sorprendentes ejemplos de la fantástica estructura de patrones matemáticos en base al número siete encerrada en las escrituras judeo-cristianas.

Al inicio del Antiguo Testamento:

El primer pasaje o versículo de la Biblia comienza con la siguiente declaración: “En el principio creo Dios los cielos y la tierra.” (Génesis, cap.1 vers.1). El texto en hebreo original se escribe así:


(En hebreo se lee de derecha a izquierda)


Ivan Panin revisó cuidadosamente este texto y descubrió un increíble fenómeno sobre múltiplos de siete que no podía ser explicado por la casualidad: Estaba compuesto de siete palabras hebreas que contenían un total de 28 letras, las que en total encerraban 30 claves distintas que involucran el número 7. En este estudio, que se considera histórico en la numerología de la Biblia, el connotado matemático ruso usó el valor de las letras al mismo tiempo que los "valores de lugar" de ellas.

Veamos algunas de las 30 características excepcionales de sietes que Panin encontró en el primer versículo del Génesis.

• El número de palabras hebreas del versículo son 7
• El número de letras es igual a 28 (7 x 4)
• Las primeras tres palabras palabras hebreas traducidas "En el principío creó Dios", que conforman el sujeto de la oración, contienen 14 letras (7 x 2)
• Las restantes cuatro palabras hebreas "los cielos y la tierra", que conforman el complemento de la oración, contienen 14 letras (7 x 2)
• Las palabras cuarta y quinta contienen 7 letras
• Las palabras sexta y séptima contienen 7 letras
• Las tres palabras claves Dios, cielos y tierra suman 14 letras (7 x 2)
• El número de letras en las cuatro palabras restantes es también 14 (7 x 2)
• La palabra más breve en el versículo es la del centro, con 7 letras
• El valor numérico hebreo de la primera, del centro y la última letras es 133 (7 x 19)
• El valor numérico hebreo de la primera y la última letra de las siete palabras del texto es 1.393 (7 x 199)

Cuando los catedráticos del cuerpo docente de matemáticas de la Universidad de Harvard fueron confrontados con este fenómeno bíblico, intentaron –naturalmente- refutar su significado como una prueba de la autoría divina. Sin embargo, después de denodados esfuerzos fueron incapaces de repetirlo. Los científicos de Harvard utilizaron el idioma inglés, y artificialmente le atribuyeron valores numéricos a su alfabeto. Disponían de un vocabulario potencial de más de 400,000 palabras inglesas disponibles entre las que elegir para formular una oración sobre cualquier tema que escogieran. Compárese esto con las limitaciones de las elecciones de palabra en la lengua hebrea bíblica que tiene solamente 145 elecciones de palabras disponibles que podían usar los autores del Antiguo Testamento.

A pesar de sus avanzadas habilidades matemáticas y su acceso a computadoras, los matemáticos fueron incapaces de llegar ni siquiera cerca de los 30 múltiplos matemáticos de 7 como los encontrados por Ivan Panin en las palabras hebreas del primer versículo del Génesis.

Al inicio del Nuevo Testamento:

Si analizamos los primeros 17 versículos del Nuevo Testamento en el griego original (el Evangelio de San Mateo) que trata sobre la genealogía de Jesucristo, vemos que éstos contienen 72 palabras griegas. En todos ellos encontramos la siguiente estructura heptádica:

• El número de las palabras correspondientes a sustantivos es exactamente 56 (7 x 8).
• La palabra griega "el" ocurre exactamente 56 veces (7 x 8).
• También, el número de diferentes formas en cuál aparece el artículo "el" ocurre exactamente 7 veces.
• Hay dos secciones principales en el pasaje: versículos 1-11 y versículos 12-17. En la primera sección principal, el número de palabras de vocabulario griegas usadas es 49 (7 x 7).
• De estas 49 palabras, el número de las que comienza con una vocal es 28 (7 x 4).
• El número de palabras que comienzan con una consonante es 21 (7 x 3).
• El número total de letras en estas 49 palabras es exactamente 266 (7 x 38).
• Los números de las vocales entre estas 266 letras son 140 (7 x 20).
• El número de los consonantes es exactamente 126 (7 x 18).
• De estas 49 palabras, el número de las palabras que ocurren más de una vez es 35 (7 x 5).
• El número de palabras que aparece solamente una vez es 14 (7 x2).
• El número de palabras que ocurren en solamente una forma es exactamente 42 (7 x 6).
• El número de palabras que salen en más de una forma es también 7.
• El número de las 49 palabras griegas de la primera sección principal que corresponden a sustantivos es 42 (7 x 6).
• El número de las palabras que no son sustantivos es 7.
• De los sustantivos, 35 son nombres propios (7 x 5).
• Estos 35 sustantivos se usan 63 veces (7 x 9).
• El número de los nombres masculinos es 28 (7 x 4).
• Estos nombres masculinos aparecen 56 veces (7 x 8).
• El número que no son nombres masculinos es 7.
• Se mencionan tres mujeres: Tamar, Rahab, y Rut. El número de letras griegas en estos tres nombres es 14 (7 x 2).
• El número de los sustantivos compuestos es 7.
• El número de letras griegas en estos 7 sustantivos es 49 (7 x 7).
• Solamente una ciudad es nombrada en este pasaje, Babilonia, que en griego contiene exactamente 7 letras.

Hay aún más características en la estructura numérica de las palabras mismas. Como es sabido, tanto el hebreo como griego usan las letras del alfabeto para valores numéricos. Por lo tanto, cualquier palabra específica -en hebreo o griego- tiene un valor numérico propio sumando los valores de las letras en esa palabra especial. El estudio de los valores numéricos de las palabras se denomina Gematría.


NOTA 3: La Gematría es un sistema por el cual las verdades y los significados ocultos son descubiertos dentro de las palabras. Cada letra de un alfabeto corresponde a un número. Los valores numéricos de las palabras se suman y entonces estas palabras se relacionan o corresponden con otras palabras que comparten el mismo valor numérico. Es el cálculo de la equivalencia numérica de letras, de palabras, o de frases, y, sobre esa base, se penetra en la interrelación de diversos conceptos y se explora la correlación entre las palabras y las ideas. Los cabalistas del siglo XIII d.C. creyeron seriamente que el Antiguo Testamento fue escrito en un código oculto inspirado por Dios. Utilizaron la gematría como uno de los principales medios por los cuales descifrar este código. FIN DE LA NOTA 3.


• Las 72 palabras griegas de estos 17 versículos de Mateo ascienden a un valor gametrical de 42.364, o 7 x 6.052, exactamente. Si una letra griega fuera cambiada, esto no ocurriría.
• Las 72 palabras aparecen en 90 formas –algunas aparecen en más de una forma. El valor numérico de las 90 formas es exactamente 54.075, o 7 x 7.725.

A través de toda la Biblia:

A continuación, mostraremos algunas de las muchas instancias de organización bíblica en múltiplos de 7:

• La Biblia se clasifica en 7 grandes divisiones:

1. Leyes: Génesis [1] a Deuteronomio [5]
2. Profetas: Josué [6] a Malaquías [26]
3. Escritos: Salmos [27] a 2 Crónicas [39]
4. Evangelios: Mateo [40] a Juan [43]
5. Hechos de los apóstoles: Hechos [44]
6. Epístolas: Santiago [45] a Filemón [65]
7. Revelación: Apocalipsis [66]
• Los Profetas y las Epístolas contienen 21 libros cada uno (3 x 7)
• Los escritores del Antiguo Testamento mencionados en la Biblia como autores de libros especiales son: Moisés, Isaías, Jeremías, Ezequiel, los 12 Profetas Menores, David, Salomón, Daniel, Esdras, Nehemías -- 21 total, lo cual es 3 x 7.
• Los libros del Antiguo Testamento pertenecientes expresamente a escritores de más de un libro son: Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Proverbios, El Cantar de Salomón, Eclesiastés: 7 en número. La suma de sus números de orden es 105 (15 x 7).
• De dichos números, Moisés tiene 14 (2 x 7); Salomón tiene 91 (13 x 7).
• Con los escritores del Nuevo Testamento ocurre así: Santiago (Jacobo en griego) se encuentra en 11 libros, Pedro se encuentra en 8, Judas en 8, Pablo en 15, Juan en 7; en total 49 (7 x 7).
• Los números de orden de sus libros son 45-47, 51-65, con su suma 1.008 (144 x 7).
• La suma total de los números de orden de los libros del Antiguo Testamento es 77 (11 x 7).
• La historia del nacimiento de Jesús en Mateo cap.1 vers.18-25, tiene 77 palabras (11 x 7).
• La historia de Juan el Bautista en Marcos cap.1 vers.1-8 tiene 77 palabras (11 x 7).
• La historia de los diáconos de la primera iglesia en Hechos cap.6 vers.1-7 tiene 77 palabras (11 x 7).

Incluso, esta misma estructura numérica puede ser útil para corregir errores de ortografía encontrados en algunos manuscritos, ya que si la palabra es escrita mal en una copia en griego o hebreo original, el patrón numérico es destruido.

¿Cómo pudo ser organizada esta estructura tan increíble y precisa?

Es claramente evidente que el asombroso diseño oculto bajo la superficie no puede ser fortuito o sólo coincidencia. Como no hay una explicación humana para ello, tal vez nos vayamos acercando al misterio de su autoría a partir de lo que veremos a continuación:


II. UN CÓDIGO DE SALTO OCULTO EN LA TORÁH


“Es regla que todo lo que fue, es y será hasta el fin de los tiempos está incluido en la Toráh, desde la primera letra hasta la última palabra. Y no tan sólo en un sentido general, sino hasta el menor detalle de cada especie y cada uno de sus individuos, y hasta el detalle de cada detalle de cuanto le ocurra a éste desde que nace hasta que deja de existir”. (El Genio de Vilna, Siglo XVIII).


El año 1999, apareció publicado en las principales librerías del mundo un revelador best seller escrito por el periodista e investigador norteamericano Michael Drosnin, titulado “El Código Secreto de la Biblia”. En dicha obra, el reportero informa los hallazgos de un matemático israelí que habría descubierto y descifrado un código oculto en la Toráh (o Pentateuco, como se denomina al conjunto de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento). Argumenta que cuando Dios inspiro los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, inscribió dentro del texto profecías en un “CÓDIGO DE SALTO” (por ejemplo, cada quinta letra en una frase forma una palabra). Descifrarlo era tan complejo que para lograrlo se requería necesariamente de un computador (ordenador) programado en base a avanzados modelos matemáticos.


Sir Isaac Newton -que además de genial físico y matemático fue considerado un eminente teólogo-, habría invertido muchos años de su vida tratando de descifrar este código, del cual sospechaba su existencia.

Así lo afirma su biógrafo John Maynard Keynes, quien al asumir la rectoría de Cambridge pudo descubrir que entre los manuscritos dejados por el científico la mayor parte de ellos versaba sobre teología esotérica. Pese a sus constantes esfuerzos Newton no logró descifrar el código bíblico -a pesar de su increíble genio matemático que lo llevó a aplicar variados modelos, sin resultado- sencillamente porque no tenía la herramienta de la cual hoy disponemos: el computador.

En nuestra época, aunque ya hace más de cinco décadas, el primero en intuir la presencia de este código en la Toráh habría sido un rabino de la ciudad de Praga, llamado H.M.D. Weissmandel, quién descubrió que podía leer la palabra Torah saltándose cada cincuenta letras, tanto en el Génesis como en Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, es decir en los cinco primeros libros bíblicos denominados precisamente Toráh. Lamentablemente tampoco disponía de un computador, por lo que no llegó más allá.


Los escritos de Weissmandel llegaron por casualidad al Dr. Eliyahu Rips, matemático israelí de prestigio mundial, profesor asociado de Matemáticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quién basándose en ellos se dedicó -ya con la ayuda de un computador- a descifrar el código de salto oculto en la Biblia, logrando como él mismo dijera: “traspasar el umbral”.

La prueba de la existencia del código fue presentada en 1994 por Eliyahu Rips en un artículo preparado en conjunto con el físico israelí Doron Witztum y su colega Yoav Rosemberg, denominado “Secuencias Equidistantes de Letras en el Libro del Génesis”, enviado a la revista Statistical Science, destacada publicación norteamericana, la que después de tres revisiones independientes realizadas por expertos, decidió publicarla. Dice Drosnin: “... Nadie ha enviado una refutación en regla a la revista matemática donde el artículo Rips-Wiztum-Rosemberg apareció.” (Michael Drosnisn, “El Código Secreto de la Biblia”. Editorial Planeta, novena edición argentina, enero de 2000, pág. 30).

NOTA 4: Statistical Science, (volumen 9, número 3, de agosto de 1994, páginas 429 a 438) del Institute of Mathematical Statistics, EE.UU. En dicho artículo, Eliyahu y sus colaboradores demuestran científicamente la existencia de un código de salto oculto en el texto de la Toráh escrito en hebreo antiguo, mediante el análisis computacional del texto del Génesis, utilizando el método denominado E.L.S. (Equidistant Letter Sequences). Para ello tomaron como medio de prueba una lista de 32 personalidades notables de la historia de Israel, cuyos nombres, fechas de nacimiento y de muerte pudieron ser encontrados correctamente relacionados en el Génesis con una certeza de uno en diez millones; es decir prácticamente total. Como texto de control utilizaron la versión hebrea del libro Guerra y Paz y otros dos textos originales en hebreo. Sólo en la Biblia se encontraron los datos correctos, demostrando así la existencia de tal código. Aunque, por presiones externas comprensibles, el artículo fue finalmente retirado de los archivos de Statistical Science, el lector puede bajar el estudio completo (en inglés) pegando en su barra de internet el siguiente enlace: http://cs.anu.edu.au/~bdm/dilugim/Nations/WRR2/
(FIN DE LA NOTA 4).

En su libro "El Código Secreto de la Biblia", Drosnin recoge la opinión de famosos expertos:

David Kazhdan, uno de los principales matemáticos de Harvard, afirma: “Todo parece indicar que hace tres mil años la Biblia fue codificada con información sobre acontecimientos futuros. He estudiado los resultados. Son científicamente inobjetables. Creo que el código existe.”
Piatetski-Shapiro, destacado mátemático de Yale, acota: “Creo que sí, que el código existe. Conozco los resultados y admito que son sorprendentes. Predicciones del futuro, de Hitler, del holocausto... Mi instinto matemático me dice que aquí hay algo verdadero... Yo creo que estamos ante un inteligencia que trasciende a nuestro alcance... Sólo veo una respuesta: Dios existe”.
Robert J. Aumann, el más célebre matemático de Israel, uno de los expertos mundiales en teoría de juegos, y miembro de las academias estadounidense e israelí, concluye categóricamente: “El código de la Biblia es un hecho. El planteamiento científico es impecable y los resultados de Rips son altamente significativos, de una manera inusual en el mundo de la ciencia. He leído sus trabajos con atención; los resultados son claros y están perfectamente desarrollados. Es más de cuanto se puede pedir en términos estadísticos. El rendimiento más exigente no suele pasar de una probabilidad en un millar. Los resultados de Rips son significativos como mínimo a un nivel de una en cien mil. No es nada frecuente ver resultados así en la experimentación científica... Por lo que a mí respecta, el código de la Biblia no ofrece dudas... No ha habido nada igual en siglos y siglos de ciencia moderna.”. Aumann siguió durante años los trabajos de Rips y dedicó varios meses a revisarlos en detalle. Finalmente, el 19 de marzo de 1996, el más famoso de los matemáticos israelíes comunicó a la Academia de Ciencias de Israel sus conclusiones: ‘el código de la Biblia es un hecho demostrado.’” (Ibid., páginas 38 – 43).

Harold Gans, un experimentado descifrador de códigos de la Central de Inteligencia Americana (C.I.A.), enterado de este fenómeno y con un software diseñado en forma independiente al de Rips, habría confirmado que efectivamente hay en la Biblia un código que revela el futuro: “El trabajo que realicé con el código de la Biblia –diría Gans luego- no se diferenciaba mucho de mi práctica habitual en el Departamento de Defensa. Al principio, mi escepticismo era del ciento por ciento. El código me parecía una soberana tontería. Me propuse desmantelarlo y acabé demostrando que era un hecho.” (Ibid., página 23).

Este asombroso código predeciría eventos que ocurrieron miles de años después que se escribiera el Pentateuco. Según Drosnin –y así lo muestra en su libro- previó los asesinatos de ambos Kennedy, el bombardeo de la Ciudad de Hiroshima, la elección de Bill Clinton, todo de la Segunda Guerra Mundial a Watergate, del Holocausto a Hiroshima, del Alunizaje a la colisión de un cometa con Júpiter. En unos casos dramáticos se encontraron predicciones detalladas de antemano... y los eventos pasaron entonces exactamente como estaba predicho: La fecha del comienzo de la Primera Guerra del Golfo se habría encontrado semanas antes de comenzada ésta; la fecha de la colisión de los restos del cometa Shoemaker-Levy sobre Júpiter meses antes de la explosión, etc.

Existiría una “Biblia dentro de la Biblia” en la forma de un complejo software computacional interactivo escrito en hebreo antiguo (con los caracteres sin separaciones entre sí), cuyas combinaciones -en varios niveles de profundidad- se elevarían según el matemático Eliyahu Rips, al infinito, conteniendo todas las posibilidades futuras de la Humanidad, desde el momento en que fue escrito hasta el fin de los tiempos. “Seguramente consta de varios niveles más de profundidad –aventura Rips-, pero por el momento carecemos de un modelo matemático lo suficientemente potente como para acceder a ellos. Sin duda ha de parecerse más a un holograma que a un crucigrama. Estamos hurgando en matrices bidimensionales y probablemente deberíamos buscar en tres dimensiones como mínimo, sólo que ignoramos cómo hacerlo.” (Ibid., página 45).

Este sorprendente hallazgo encajaría perfectamente como señala Drosnin, en la descripción que hace –sin aludir al código de la Biblia- el físico australiano Paul Davies en su libro ganador del premio Templeton de ciencia y religión “La Mente de Dios” (Paul Davies, The Mind of God, Editorial Touchstone, 1993, pág. 96), respecto de un supuesto contacto alternativo con una inteligencia alienígena sumamente avanzada, mediante el descubrimiento de un artefacto extraterrestre que “... podría estar programado para manifestarse sólo cuando la civilización terrícola atravesase determinado umbral de conocimiento... El artefacto podría ser interrogado directamente, al igual que una terminal interactiva moderna, estableciéndose así un modo de diálogo. Tal artefacto podría almacenar una enorme cantidad de información de suma importancia para nosotros.” (Ibid., página 92).


En efecto, la Biblia vendría a ser -en todos los aspectos-, tal misterioso artefacto, el que asombrosamente ha estado durante siglos entre nosotros, pero que ha manifestado su código oculto de consulta interactivo sólo cuando hemos atravesado el umbral del conocimiento que nos ha permitido el desarrollo tanto de elevados modelos matemáticos como la construcción de poderosos computadores. Ello, porque es posible que tenga la misión de prevenirnos frente acontecimientos de gran relevancia para nuestro tiempo, revelándonos una serie de posibles futuros cuyo último resultado todavía podríamos decidir.

NOTA 5: Al respecto, la posición actual de muchos pensadores y físicos es que no existiría un sólo futuro, sino que infinitos futuros potenciales, en estado virtual o de vibración (propuesta por el grupo de Copenhaguen), esperando que el libre albedrío humano escoja con sus acciones uno de ellos, materializándolo. Esto sería válido tanto para el accionar individual como para las decisiones de la sociedad humana como un todo. También explicaría que el derrotero del Universo pueda ser guiado por las decisiones de la conciencia, a la manera de un gigantesco juego de video en el que están todas las posibilidades de ocurrencia programadas con antelación, siendo la habilidad del jugador la que determina los resultados que se materializarán finalmente.
A partir de un instante determinado habría infinidad de caminos perfectamente posibles de materializarse de acuerdo a la decisión tomada.
Aunque algunos físicos teóricos teorizan acerca de los mundos paralelos, en el sentido de que coexisten perfectamente infinitas realidades simultáneas, diferenciándose unas de otras sólo en un salto cuántico, con lo que hemos analizado hasta ahora es más lógico afirmar que estas realidades existan en forma virtual y que el salto cuántico que las materializa es provocado por la acción del observador, por una decisión tomada respecto a otra o por la observación consciente de parte de éste. En este sentido, los universos paralelos “sólo existirían en el campo cuántico, es decir, en estado virtual, careciendo de consistencia hasta tanto no hayan sido materializadas por un observador.” (Grichka Bogdanov, Dios y la Ciencia. Emecé Editores S.A., segunda edición, septiembre 2003). FIN DE LA NOTA 5.

Esto concordaría perfectamente con las evidencias que hemos expuesto en artículos anteriores, de un Universo creado a la manera de un inmenso software interactivo en el que están diseñadas todas las realidades posibles, coexistiendo en forma virtual hasta que la acción del observador materialice una de ellas.

Fiel a mi política de no cerrarme a posibles descubrimientos, he incorporado el estudio de Rips a mi investigación pues las evidencias de su autenticidad son contundentes. Así lo han corroborado, además de la publicación de Statistical Science y la opinión de connotados expertos matemáticos, libros posteriores de otros autores y un documental que ha sido transmitido en la televisión por cable. Aunque hecho de menos la polémica que debió haber producido necesariamente un acontecimiento de esta índole (también es cierto que una de las tantas formas de acallar un hecho de incómodas consecuencias, es restarle absoluta importancia). Dado lo anterior, será tarea de investigadores serios y entusiastas el comprobar fehacientemente la veracidad de lo expuesto por Drosnin y otros investigadores y de ser así, dada su gran relevancia, darlo a conocer a un nivel mayor.

En beneficio de propiciar una apertura mental hacia nuevos avances culturales y científicos, quiero aprovechar de decir que, al revés de lo que ocurre con científicos convencionales como el principal detractor a este descubrimiento, el experto australiano en estadística Avraham Hasofer, quien opina que “el uso de pruebas estadísticas en cuestiones que atañen a la fe plantea serios problemas”, y con expresiones religiosas fundamentalistas que lo califican sin argumentos científicos de “código engañoso” (mostrando con ello una temerosa y dogmática actitud frente a evidencias de que la Biblia pudiera alejarse de la cotidiana familiaridad a la que están acostumbrados, desconociendo que el Libro muestra en sus mismas páginas una naturaleza dinámica y progresiva en sus revelaciones hacia el Hombre en el devenir histórico), no deberíamos temer mezclar la ciencia con la religión, pues como hemos estado mostrando a lo largo de nuestra investigación, el camino hacia los verdaderos descubrimientos estriba precisamente en esta simbiosis.

CONCLUSIONES

Por todo lo anteriormente expuesto, sólo queda acotar al estimado lector que la presencia de este impresionante LIBRO en el mundo no sería casual ni tampoco el fruto, como muchos podrían sinceramente pensar, de maestros iluminados por su propia experiencia mística. Por lo mismo, tal vez tampoco pretendió ser la base para formar religiones como la judía, la cristiana o la musulmana, que sólo han logrado dividir seriamente al mundo.

Como bien lo revelan sus misteriosas páginas, el principal propósito de su Inspirador habría sido iluminar las conciencias sensibles frente a la milenaria batalla ideológica entre el Bien y el Mal que se libra en la Tierra, para producir en ellas una profunda transformación interior que permita recuperar la relación del Hombre con su Creador, perdida en la noche de los tiempos.

Aunque sus adversarios hayan ganaron terreno en este proceso al enclaustrar su vital mensaje dentro de sinagogas, catedrales, templos e instituciones, la Biblia se ha transformado finalmente en el BEST-SELLER MUNDIAL. Ahora sólo falta que las personas se animen a sacarlo de sus escaparates -y con la debida humildad frente a la inmensidad de lo allí revelado- lo abran, consulten, y hagan suyo el gran tesoro cultural y espiritual que encierran sus misteriosas páginas.


“Libro prodigioso aquél, señores, en que el género humano comenzó a leer treinta y tres siglos ha; y con leer en él todos los días, todas las noches y todas las horas, aún no ha acabado su lectura. Libro prodigioso aquél, en que se calcula todo, antes de haberse inventado la ciencia de los cálculos; en que sin estudios lingüísticos se da noticia del origen de las lenguas; en que sin estudios astronómicos, se computan las revoluciones de los astros; en que sin documentos históricos se cuenta la historia; en que sin estudios físicos se revelan las leyes del mundo.

Libro prodigioso aquél, que lo ve todo, y que lo sabe todo; que sabe los pensamientos que se levantan en el corazón del hombre, y los que están presentes en la mente de Dios; que ve lo que pasa en los abismos del mar, y lo que sucede en los abismos de la tierra; que cuenta o que predice todas las catástrofes de las gentes, y en donde se encierran y atesoran todos los tesoros de la misericordia, todos los tesoros de la justicia y todos los tesoros de la venganza. Libro, en fin, señores, que cuando los cielos se replieguen en sí mismos como un abanico gigantesco, y cuando la tierra padezca desmayos, y el sol recoja su luz y se apaguen las estrellas, permanecerá él solo con Dios, porque es su eterna palabra, resonando eternamente en las alturas.” (Palabras del célebre literato español contemporáneo Donoso Cortés, pronunciadas en un notable discurso sobre la Biblia al ser recibido como miembro de la Real Academia Española).


Por Carlos Jiménez Fajardo


Bibliografía principal:

• Iván Panin, The Inspiration of the Hebrew Scriptures Scientifically Demonstrated (La Inspiración de las Escrituras Hebreas Científicamente Demostrada), publicado por The Book Society of Canada Ltd., Agincourt, Ontario.
• Ivan Panin (various works), Bible Numerics (Numerología Bíblica), P.O. Box 206, Waubaushene, Ontario, L0K-2C0.
• Jean Guitton, Igor y Grichka Bogdanov, Dios y la Ciencia. Emecé Editores S.A., segunda edición, septiembre 2003.
• Jeffrey, Grant R., The Signature of God (La Firma de Dios), Frontier Research Publications, Inc. (1996).
• McCormack, R., The Heptadic Structure of Scripture (La Estructura Heptádica de la Escritura), Marshall Brothers Ltd., London, 1923; E.W. Bullinger, Numbers of the Scriptures; F.W. Grant, The Numerical Bible (7 vols.); Brown, Ordo Saeculoreium, et al.
• Michael Drosnin. El Código de la Biblia. Editorial Planeta, novena edición argentina, enero de 2000.
• Sagrada Biblia, versión Reina-Valera 1995, Edición de Estudio, de las Sociedades Bíblicas Unidas.
• Víctor E. Ampuero Matta. La Iglesia y sus Fundamentos. Asociación Casa Editora Sudamericana. Edición del 29 de mayo de 1964. San Martín 4555, Florida (FNGBM). Buenos Aires, Argentina.


OBSERVACIÓN: Esta serie de artículos están basados o forman parte del libro escrito recientemente por el autor, denominado “Fenómalos – La Quinta Esencia”, publicado por Editorial Trafford (ISBN 1-4251-1232-3, por Trafford Publishing, Canada). Las imágenes y videos han sido tomadas directamente de la web, y sólo para efectos de ilustración del texto. De haber alguna de ellos con derechos de autor agradeceré comunicármelo para retirarlas de esta entrada.

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